En realidad, no nos referimos a la película homónima referente al Tercer Reich y a Hittler, sino que estamos hablando de Gaby. El Gaby Álvarez que hasta hace poco surfeaba en la cresta de la ola, creyéndose amo del mundo porque Charly le había permitido publicar sus fotos, al igual que otros famosos.
Hoy Gaby está preso en el Uruguay por haber atropellado y matado a dos personas, él y su secretario (chofer, novio, amante, o lo que sea)...
Los relacionistas públicos surgieron como hongos, como los yuppies y nos mostraron el mundo de Punta del Este como el único horizonte posible. Eran la imagen del éxito sin límites que proponían las postrimerías de los noventa entre la pizza y el champán y el sushi y la champaña. Una vida para pocos, en las ostentaciones del country y el yopping, que marginaba a la mayoría de sus mieles, pero nos arrastraba a sus crueles sinsabores, sin que a nadie pareciera extrañarle o molestarle que más de la mitad de los argentinos se fuera directo al caño.
Ese mundo de RRPP y fiestas glamorosas que estábamos destinados a mirar desde las fotos de las revistas implicaba la cumbre de la negación de la crisis argentina improductiva e indiferente a la injusticia social.
Y no es que los RRPP sean mala gente, es simplemente que el mundo fuera de su círculo no se ve y lo que no se ve no existe, o no fotografía bien...
Será que esta tragedia, en la que los protagonistas en el limbo de sus egos no pueden reconocer el dolor de la familia de sus víctimas y que se refleja en el comentario de la novia del secretario: "Hablamos de ropa", los traerá a la tierra de los mortales, en la que cuando nos pican sangramos, o seguirán viviendo como parte de la sociedad argentina, una vida de vacas y soja?
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