martes, 5 de febrero de 2008

Los Negocios de Susana Giménez

Revista Veintitres
Juego Macabro

La diva promociona el popular sorteo “Mi Bingo”, que fue misteriosamente borrado de su programa. Veintitrés descubrió la trama secreta: ex menemistas, carapintadas y marinos torturadores, socios en el negocio, libran una guerra con acusaciones por fraudes y estafas que quebraron los códigos. Otra vez, como con el padre Grassi. El rol de Corcho.

Por Gustavo Cirelli y Adrián Murano

El problema de Susana es con los dinosaurios. Para ella están vivos. Así lo dijo. Y no mintió. Giménez los conoce bien. Los frecuentó.
Está investigación lo demuestra.
Detrás del juego de azar “Mi Bingo”, del que la diva es la principal espada de promoción, se esconde una trama siniestra que combina a represores de la ESMA, masseristas puros, carapintadas, ex funcionarios menemistas y empresarios voraces que por una tajada del “botín del de guerra” se sientan a la mesa del que sea.
Y sí, es cierto, los dinosaurios están vivos.
A continuación, las pruebas.
En 2001, el Instituto de Regulación de Apuestas fueguino (IPRA) creó un juego de alcance nacional, para lo que llamó a licitación pública. Ganó la Unión Transitoria de Empresas (UTE) formada entre Telegames S.A. y Juegos del Sur S.A. Contaban con la certeza de ganar: una emisaria muy cercana al entonces gobernador de la isla, Carlos Manfredotti, se reunió con Pedro La Rocca, un experto en software que trabajaba para la empresa Cirsa en el casino flotante de Buenos Aires. A La Rocca le llevó dos meses instrumentar el juego. Sumó al ex titular de Lotería Nacional, el menemista Jorge Lima, impulsor del polémico barco casino de Puerto Madero. Lima, además, fue empleado del sector de Planificación de Producción de la “yabranista” Ciccone Calcográfica.
El 22 de junio de 2001 se inició el juego: Telebingo Fueguinos Federal, cuyo nombre de fantasía es el popular “Mi Bingo”. Las socias fundadoras por Telegames eran Eliana Girasole, secretaria de La Rocca, y Gabriela Frumento, amiga de la primera, dos jóvenes de 24 años. Por el lado de Juegos del Sur, Víctor Vissignano, Alejandro Rodríguez, y Antonio Cedro como director suplente, personas vinculadas a Lima, en una sociedad anterior llamada Centro Integral del Juego SRL, con sede en Alsina 292, el mismo edificio en que comenzó a funcionar la UTE.
A poco de iniciado el juego, en octubre de 2001, Frumento y Girasole se desprendieron del 80 por ciento de las acciones. Cada una quedó sólo con el 10 por ciento de la sociedad. En verdad, habían actuado como “fronting” (palabra de moda a partir del caso Skanska): eran la pantalla de La Rocca en el negocio. El resto de las acciones se dividió en un 35 por ciento para Lima (que compró la parte de Frumento), otro 35 lo pasó a controlar la firma Martiel S.A., a través de Tex-mon S.A. (que adquirió las acciones de Girasole), y el 10 por ciento restante quedó para Daniel Rodríguez.
En Martiel participaron, en distintos momentos, los ex marinos Jorge “Ruger” Radice y Ricardo “Sérpico” Cavallo, hoy detenidos por crímenes de lesa humanidad. El juez federal Sergio Torres, en la megacausa ESMA, por la desaparición y apropiación de los bienes del abogado mendocino Conrado Gómez, aún investiga los enjuagues de esa sociedad.
Para el momento de lanzar “Mi Bingo”, Martiel estaba controlada por la hermana de Radice, Norma Berta, y los hermanos Alberto y Miguel Egea.
Con los socios frotándose las manos, sólo faltaba ponerle una cara al juego. Ahí aparece el as de espadas: Susana Giménez.

La Rocca, por consejo de Lima, se contactó con Jorge “Corcho” Rodríguez, por entonces pareja y socio de Susana en Shock Entertainment, firma creada tras el escándalo con el padre Julio Grassi y su Fundación Felices los Niños. Hay que recordar que Lima era un hombre cercano a Rodolfo Galimberti, el fallecido ex jefe montonero y alma pater de la empresa Hard Communication, que explotó el juego telefónico del 0-600 que terminó en la Justicia. Desde entonces, Lima y Rodríguez continuaron viéndose. Relación que sólo se enfrió un poco cuando, desde la dirección de Lotería Nacional, Lima no tuvo más alternativa que ponerse a disposición de la Justicia en la investigación contra Hard. Una vez saldadas las diferencias, el ex de Giménez y el ex funcionario acordaron el ingreso de la conductora en “Mi Bingo”. El acuerdo fue sustancioso.
El convenio celebrado en 2001, en su inciso 14, detalla: “Las empresas (la UTE) abonarán a Shock la suma de un millón de pesos más IVA, en concepto de Valor de Ingreso –llave al negocio. La misma se efectivizará de la siguiente manera:
14.1 -Pesos ciento cincuenta mil, IVA incluido, dentro de las próximas 72 horas hábiles a la firma del presente acuerdo.
14.2 -Pesos ciento cincuenta mil, IVA incluido, a la adjudicación del Juego en referencia (...)
14.3 -El saldo, es decir $ 752.000, más IVA, será pagadero por parte de las empresas a Shock, a razón del 4% de la facturación bruta percibida por la lotería en cada uno de los sorteos (...)
14.4 -En contraprestación por los servicios de publicidad, promoción, contrataciones de la artista (Susana) y de los espacios publicitarios y demás se hacen al objeto de este contrato Shock percibirá un porcentaje del 16%, IVA incluido, de la facturación bruta que perciba la lotería en cada uno de los sorteos que se realice y hasta la extinción del presente contrato”.
Los sorteos de “Mi Bingo” se realizaron los miércoles y domingos por Telefé, pero desde el 9 de mayo pasado se mudaron a la pantalla de Crónica TV (ver recuadro).
En resumen, a la diva le quedó un millón de pesos limpios y 16 por ciento de la facturación. Para diciembre, el juego llegaba a su pico de recaudación: 500 mil cupones vendidos a un peso/dólar por sorteo. Los números eran auspiciosos.
Por esos días, Martiel era parte controlante del negocio, por medio de la financiera Tex-mon S.A., cuyo titular era Darío Orozco Acuña, una empresario ligado a ex represores masseristas. Pero el 3 de mayo de 2002, Tex-mon le vendió sus acciones a la sociedad de Radice. El acta de traspaso de las acciones la firmaron Orozco Acuña, por Tex-mon, y Norma Radice, hermana de “Ruger”, por Martiel. Los dinosaurios ya no se escondían.
La Rocca había conocido a “Sérpico” Cavallo, un ex torturador, hoy detenido en España, que tras su paso por los campos de concentración se convirtió en experto en informática. A mediados de los ’90, Sérpico, que ya había pertenecido al directorio de Telecom en el país, era director de Hipódromo Argentino de Palermo S.A. En abril del ’94, Cavallo además era director suplente de Martiel. Como presidente de la empresa, por entonces figuraba el ex Ciccone Víctor Taiarol. El vice era Jorge Radice.
Taiarol creó junto a Cavallo la firma Talsud S.A. Detrás de esta sociedad surge otra pieza clave de esta historia: Patricio Carlos Pastor.
En 1999, Pastor aparece como escribano de Talsud, pero antes ya había “dado fe” de otras sociedades relacionadas con los servicios de inteligencia. En 1985 participó de American Security International, luego Galimberti (de quien fue amigo) y Corcho Rodríguez lo eligieron como su escribano en Hard Communication y en Universal Control, una empresa de seguridad vinculada a ex agentes de inteligencia norteamericanos. Cuando Galimberti y Rodríguez se distanciaron, Pastor siguió ligado al ex de Susana y fue su escribano en la conformación de Shock. Luego entró en escena con Telegames, de la mano del propio Rodríguez y de Lima. Los sorteos de “Mi Bingo” se realizaban en los estudios porteños de Telefé hasta que Susana, a fines de 2002, se ausentó de la pantalla durante el verano y el bolillero se mudó a los estudios que el canal tiene en Martínez. La sociedad necesitaba un escribano con matrícula en la provincia de Buenos Aires, y el “todoterreno” Pastor la tenía. Fue así como el ex escribano de Cavallo y Radice también controló el sorteo de este juego que tiene una probabilidad de una en 3.268.000 de tener un ganador que combine todos los números del cupón. Claro, sin contar con las graves fallas técnicas que presentan los cupones, que se hacen en Labu S.A., la imprenta que es proveedora de la UTE y que pertenece a... Jorge Lima (ver recuadro).
En Telegames, Cavallo se reencontró con La Rocca, quien incursionaría en la política como candidato seineldinista en Capital Federal, unido a Jorge Silvio Colotto, ex mano derecha del comisario Alberto Villar, asesinado por Montoneros en los ’70.
Entre los suyos, La Rocca siempre aclara que, por su pasado setentista en la Juventud Universitaria Peronista, su llegada al “carapintadismo” sólo fue una maniobra de ingeniería política mentada desde la central de operaciones del ex jefe de gobierno Aníbal Ibarra para restarle votos por derecha a Mauricio Macri.
También explica con su supuesto origen de militante de la Jotapé el enfrentamiento comercial con la banda de los represores, de quienes, por cierto, fue socio un par de largos años en Telegames. Una guerra comercial que abrió varios expedientes en la Justicia. La Rocca denunció estafas y maniobras poco claras de los otros accionistas para desplazarlo del negocio. Y siempre negó conocer el pasado sucio de sus ex socios. Raro, porque la prehistoria de los dinosaurios ya era pública y acumulaba miles de fojas en los tribunales federales.

El derrotero de Martiel se escribió en dos expedientes históricos. Uno, a cargo del juez federal Claudio Bonadío, investigó la desaparición y el robo de los bienes del empresario Victorio Cerutti, el contador Horacio Palma y el abogado mendocino Gómez. El otro, conducido por el juez federal Torres, amplió la pesquisa a los negocios sucios surgidos durante la represión en la ESMA de Emilio Eduardo Massera. Ambas causas alcanzaron a probar otra inmoralidad de la dictadura: el saqueo de bienes –“el botín de guerra”, lo llamaron– como acción colateral del plan exterminador.
En marzo de 2001 Bonadío dictó la inconstitucionalidad e invalidez de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en el fallo que procesó y embargó a los represores de la ESMA Radice, Juan Carlos Rolón, Jorge Eduardo Acosta, Francis Wahmond y al propio Massera. Bonadío los acusó de haber formado una asociación ilícita destinada a desaparecer y desapoderar a Cerutti, Palma y Gómez, propietarios, entre otros bienes, de un campo valuado en unos 15 millones de dólares.
El relato enhebrado por Bonadío comienza en enero de 1977, cuando distintos grupos de tareas de la ESMA realizaron allanamientos casi simultáneos en la provincia de Buenos Aires, Mendoza y la Capital Federal. En Cuyo secuestraron a Cerutti –de ochenta años– y a su yerno, Omar Pincolini. En Hurlingham capturaron al contador Palma y en suelo porteño a Gómez. Según reconstruyó el juez, los hombres fueron recluidos en los sótanos de la ESMA, el lugar donde los marinos se dividieron y repartieron los dividendos de sus acciones. El “botín de guerra” que luego se esparciría por una profusa red de sociedades fantasma creadas para maquillar los ingresos sucios de la patota.
El grupo que asaltó la casa de Gómez al mando de Jorge Perrén se llevó de la caja fuerte varios fajos de dinero, un teléfono, ropa, una máquina de escribir y hasta la plancha. También se alzaron con los títulos de propiedad de Cerro Largo, una sociedad vitivinícola formada entre Palma y Cerutti. Gómez guardaba esos documentos como asesor de la firma, que administraba unas veinticinco hectáreas en Chacras de Coria, la zona residencial más exclusiva de Mendoza.
En la saca, Perrén metió también la chequera de Gómez, que sirvió para que, tortura mediante, el grupo pudiera saquear la cuenta que el abogado poseía en el National City Bank. El cheque fue endosado a favor de la Asociación Obrera Textil, de la que era contador el teniente Radice, a cargo de las finanzas del clan.
Los marinos le robaron a Gómez incluso sus caballos, una pasión que el abogado compartía con Massera. Bonadío realizó un ADN para probar que un pura sangre de Gómez fue “transferido” a un tal Juan Héctor Ríos, el alias que encubría la verdadera identidad de Radice. Su colega de armas Francis Wahmond también adoptó el nombre falso de Federico Williams para encubrir los negocios sucios del masserismo. Un apócope de ambos nombres falsos sirvió para bautizar a la firma Wil-ri, la sociedad a la cual se le traspasó la propiedad del campo en Chacras de Coria. La ex jueza en lo contencioso administrativo Emilia Marta García fue síndica y accionista de la empresa fantasma.
La disolución de la dictadura no afectó los negocios del grupo. Durante los ochenta, y beneficiados por las leyes del perdón, los secuestradores disfrutaron de los bienes robados. En su megacausa 14.217 –ESMA–, el juez Torres probó, por caso, que “Ríos” transfirió un departamento ubicado en Besares 2019 a Norma Berta Radice, su hermana y firma frecuente en varias escrituras relacionadas con los saqueos de la ESMA. Para Torres, el departamento de la calle Besares forma parte del cuantioso botín que los marinos se repartieron luego de asesinar a sus legítimos dueños. Recapitulemos: Norma Radice fue hasta el 2005 la presidenta de Martiel S.A., dueña de “Mi Bingo”, del que Susana era su cara dorada.
A medida que fue avanzando en la pesquisa, Torres descubrió que algunos lazos eran tan evidentes como grotescos. A principios de los noventa Wil-ri cedió todas sus propiedades a Misa Chico S.A., una sociedad integrada por Carlos y Eduardo Massera, los hijos del dictador. Por este motivo el juez procesó y encarceló al segundo hijo del “Comandante Cero”, acusado de integrar la red que pretendió “blanquear” los bienes de los desaparecidos. Otros antiguos soldados masseristas –Radice, Wahmond, Rolón, Jorge “Tigre” Acosta, Perrén y Alberto González Menotti– fueron a prisión acusados de haber ejecutado los saqueos. En la megacausa ESMA, que está demorada en la Cámara de Casación, ya son 50 los detenidos. Entre ellos, claro, los controladores de “Mi Bingo”.
Con algunos de sus integrantes tras las rejas y otros en la mira de la investigación, Martiel S.A., acorralada por el cambio de visión sobre los ’70 desde el poder central, más el desembarco de nuevos actores en el manejo de los juegos de azar desde la llegada de Néstor Kirchner al poder (hoy el mayor empresario del sector es Cristóbal López, un patagónico muy cercano al kirchnerismo), está en repliegue. En Tierra del Fuego aseguran que de Telegames sólo Lima y su empleado Alejandro Rodríguez son los contactos con Ushuaia.
El Corcho Rodríguez mantiene a su nombre el juego, pero buscó otros horizontes comerciales. Tras la muerte de Galimberti se asoció con su amigo el diputado Hugo Franco, otro ex masserista, ex yabranista, ex director de Migraciones menemista cuando voló la AMIA por los aires, de quien desconfiaban hasta los siniestros personajes de la ESMA. Lo llamaban “el dibujante” por su facilidad para diagramar sociedades. Por sus oficinas de Venezuela 1823 pasaron los más nefastos personajes de los últimos treinta años de la historia argentina. Sin dudas, Franco, la nueva mano derecha de Rodríguez, cuenta con todas las cucardas y la misma matriz para ser considerado un dinosaurio, con fueros. Pero hasta ahora, por “Mi Bingo” no asomó.
Con la patota de la ESMA, Susana ya tiene cartón lleno.

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ESA MUJER

Por Roberto Caballero*

Susana es una líder de masas. Dos millones y medio de personas la eligen cada noche para verla y creer en lo que dice, algo que a Kirchner no le garantiza Canal 7 en una década ni, a esta altura, la cadena nacional.
Quien seduce a esa mujer, seduce a esa multitud, un mercado potencial de consumidores de cualquier cosa: desde shampoo y fideos hasta políticos y juegos de azar.
Las famosas flores amarillas que hace unos años la enamoraron fueron, en realidad, el misil tierra-corazón de una fina –y también fría– estrategia comercial urdida por un rocker ansioso de aventuras y un ex dirigente montonero reciclado en agente de la CIA, que se valieron de sus mohínes para enriquecerse con los famosos 0-600. Terminaron mal. Envueltos en un escándalo, por algunas ligerezas de bolsillo que sus rivales mediáticos aprovecharon para neutralizarlos y, casi, casi mandarlos a la cárcel.
Pero fueron precursores: hoy los telellamados le dan a la TV el dinero que las pautas publicitarias tradicionales comienzan a negarle. Ahora el televidente financia a sus ídolos de pantalla. Esos nuevos líderes de masas, abanderados de los sponsors, que tanto empresarios lícitos e ilícitos y hasta represores masseristas se disputan, cada vez con mayor violencia, en una guerra de la cual la mayoría somos parte, aunque evitemos saberlo.

*Coautor de Galimberti. De Perón a Susana, de Montoneros a la CIA

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La jueza que fue al banquillo

En abril de 2006 se terminó la carrera judicial de Emilia Marta García. La abogada renunció para evitar que se la enjuiciara por su paso por las sociedades sospechadas de “blanquear” bienes robados a los desaparecidos.
Sus vínculos con las firmas ligadas al ex almirante Massera no podían haber sido más directas. A fines de los setenta García fue síndica de Wil-ri, la sociedad creada para apropiarse de tierras en Chacras de Coria. Citada a declarar por el Consejo de la Magistratura para que explicara su pasado, la entonces jueza se hundió en contradicciones. Previsora, renunció antes de que el cuerpo la expulsara por sus vínculos con lo peor de la Argentina.

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En Telefé, no saben no contestan

“Uh, esto es un quilombo grande”, dijo la empleada de Telefé apenas escuchó la información que contiene esta nota. Como indican las reglas elementales del periodismo, esta revista se comunicó con el canal de las pelotas y la producción del programa para anticipar las revelaciones de este informe y conceder derecho a réplica. Pero al cierre de esta edición, ningún directivo de la emisora respondió a la invitación de Veintitrés. Una pena. Gabriel Blanco, del departamento comercial, podría haber precisado la participación del canal en el negocio.
Las fuentes consultadas para esta investigación sostienen que Telefé percibiría el cuatro por ciento de la facturación bruta por la emisión del sorteo y dos PNT (publicidad no tradicional) por semana en el programa de Susana Giménez. Desde hace unas semanas, sin embargo, los sorteos se trasladaron a la pantalla de Crónica y sólo se mantuvieron las menciones publicitarias de la diva. Gustavo Yankelevich, productor general del programa, explicó que los sorteos se erradicaron “por una cuestión artística. Tomé la decisión al comienzo del ciclo, porque los micros no iban con el programa que íbamos a hacer. Lo único que se mantuvo fueron los PNT por una cuestión comercial”.
El encargado de facturar esos avisos es el canal. Una versión no confirmada ni desmentida por Telefé indica que la emisora suspendió la emisión del sorteo luego de que circularan mails vinculando a la diva con los negocios sucios de la ESMA.

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