El comisario (R) Rico, argumenta que su tarea durante la dictadura militar se limitó a capacitar a sus subordinados en la lucha contrasubversiva. Es difícil de creer.
Por una parte porque el respeto de la "tropa" se gana en la actividad no en el campo teórico.
En segundo lugar, es bastante claro que aquellos que integraron los grupos de tareas, no podían permanecer al margen, porque así se sellaba el "pacto de silencio", destinado a impedir que alguno de los partícipes de los crímenes de lesa humanidad declarara contra sus cómplices.
En consecuencia, no es posible sostener esa teoría del subsecretario Rico, que avala el ministro de seguridad de la provincia, Juan Carlos Aguinaga y hasta ahora, el gobernador de la provincia, Celso Jaque.
La exigencia, tanto del ministro como de algunos medios de prensa, muy comprometidos en su momento con la dictadura, de "acusaciones concretas" contra el subsecretario genocida, equivale a desconocer la verdadera naturaleza del "Terrorismo de Estado", implica un grado de complacencia con el mismo, puesto que el accionar de los grupos de tareas, encapuchados, armados y de preferencia nocturno, hace muy difícil a los testigos identificar a los integrantes de los mismos.
El hecho de pertenecer a un grupo que sucedió en sus funciones al D2, que fuera hasta ese momento uno de los grupos de tareas encargados de secuestrar, torturar y asesinar, y sobre lo cual, las pruebas acumuladas son irrefutables, aunque las causas judiciales, apenas estén avanzando, es suficiente elemento de cargo.
Es que acaso, quienes defienden al subsecretario Rico, como el ministro o parte de la prensa local, suponen que mientras sus socios se encargaban de dar picana y secuestrar, él se dedicaba a servir café en la oficina, desconociendo en forma absoluta los gritos de la tortura.
El G78 sucedió en las funciones al D2, y en ese período se realizaron al menos 11 secuestros, que fueron recientemente presentados ante la justicia como "causa Galamba". Ya que el G78, era el único grupo responsable de la lucha contrasubversiva en esa etapa, existe alguna duda razonable para creer que Rico, jefe de este grupo desconocía estas desapariciones.
Parece que defender a Rico se transforma en un ejercicio de imaginación, una imaginación cada vez más perversa.
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